CLÍNICAS TAGIMA 2 | EN EL CALOR ARDIENTE DE TUGUCHIS

CLÍNICAS TAGIMA 2 | EN EL CALOR ARDIENTE DE TUGUCHIS

Despierto en la nadería mental, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, afuera, en su humedad, en sus calles apenas en el calor, en su gente saliendo a trabajar y sudando la gotita, porque caminar en esos aires del sur implica una fuerte inversión de energía. Despierto, desayuno, buen queso, buenos chilaquiles, totopo frito, salsa sabrosa, jugo asqueroso, café decente, soledades mentales presentes. Regreso a la habitación, pongo algunas de strongboi, para tranquilizar la mañana. Recibo una llamada, Mike Gezel (que ya había avisado de su llegada al Aeropuerto Ángel Albino Corzo) está abajo, le digo que tome el primer elevador hasta el séptimo piso, sube de volada, toca a lo Sheldon, le abro y le digo que le pique al desayuno porque caminando y miando que ya vamos saliendo. El Miguelón le pica al sagrado alimento, regresamos a la habitación, ahora le involucro unas de Tame Impala al Gezel y nos alistamos para llegar a Center Music. 

El buen Rojo y Santana, ya nos esperan en la Peyó, nos subimos, también llega Dober, alistamos y nos vamos hacia la tienda. El calor ya está en sus inclemencias, se antoja un buen trago de pozol quebradito con hielos y su manguito duro, se antoja un río, un mar. Llegamos a Center Music. Santana y Gezel se acomodan, se conectan, prueban. El personal, amable personal de Center Music, nos trata de maravilla, que si un su café, un su pan, un su cupcake de Tagima, una su coca. Los guitarristas escogen su lira, porque de eso se tratan las Clínicas, querida lectora, lector, de que nuestros dos compañeros escojan una guitarra Tagima que esté en exhibición, medio la calan, la afinan con sus aparatitos y le dan recio al performance. Pero para eso todavía faltaba.


Dober y Rojo fueron a visitar algunas otras tiendas de instrumentos musicales ubicadas en el Centro de Tuxtla. Acalorados, sí, acalorados y vale la pena decirlo, platicaron con los que tienen tienda y la atienden, mucha música en Chiapas, mucho instrumento, mucha marimba, mucho Castellanos, Sabines, Vázquez Aguilar, mucho pumpo, mucho nanche, muy nuegado, mucha costillita frita, mucho chucho en la calle, mucho diayvos.

En el día de hoy el sol se ablanda
y mansa luz como un aceite unta
a los cansados y a los tristes.

Un canto para sordos se desprende de las cosas
y esa terrible dulzura que es Dios insoportable
contagia la salud de un pecho a otro.
Jaime Sabines | La musica de Bach mueve cortinas...

El sol en su sitio favorito. La hora exacta. Alguna que otra marimba escuchándose tímida. Olor a café. Las personas comenzaban a llegar. Jóvenes interesados en el influencer Gezel, otros fieles a la tienda, otras más solo iban pasando y vieron reventón y dijeron boinas. Rojo, acalorado, presentaba a los guitarristas, imagina esto: temperatura tipo 27 grados, sensación térmica de 30 y pico, la gente emocionada, el personal de la tienda en sus puestos, los guitarristas repasando sus últimas notas, las sonrisas, la emoción dentro de una tienda de instrumentos, rodeados de música, de objetos que alguien más hizo para que sonaran, para que comunicaran algo, y aquí estamos esperando esa comunicación, ese momento en donde nos une el sonido, donde somos sonido, donde la música está en nosotros y nos mantiene atentos, prendados al instante. 

Y se soltaron en el mismísimo Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en estos sures, en estos lares, comenzaron los guitarristas, rasgueo, punteo, gesto, rasgueo, música, sonido, nota, sonrisas, asombro. Llegó uno de los momentos más memorables: el jam con los asistentes: una comunión rockera, un momento en donde el tiempo es armonía, es improvisación, es absurdo, es no detenerse y seguir y seguir y sonar, sentir, provocar, invitar. Puros hombre se subieron a darle a la guitarrona Tagima. Pero lo hicieron bien chido. Algunos me contaron que estaban nerviosos, que estar frente a público era algo complejo, que admiraban a los guitarristas, que estaban inspirados, que querían aprender más música, que qué suave que habían ido. Después, Gezel y Santana le dieron duro y tupido al último número y se despidieron. Los jovencitos y las chavas, se tomaron fotos, platicaron, se hizo una amena charla en donde la cordialidad surgió de la música. 

Nos fuimos, nos fuimos, antes, nos tomamos un pozol, acá, del moderno, con el manguito en la tapa del vaso. Nos fuimos con el aroma a café. Nos fuimos agradeciendo todo, todo, el momento, la alegría, la atención, nos fuimos para continuar con esta gira, esta girona. Pero creo que tengo una deuda contigo. ¿Qué pasó con Gezel y Ghost?...


MERA RECREACIÓN DE LOS HECHOS
23 de septiembre. En la noche. Distintos sucesos enredados, quién sabe por qué. Mike Gezel, emocionado tal vez, más que extasiado, iría acompañado al concierto de Ghost, si la topas, bien, si no, también. Nosotros íbamos llegando a Tuxtla y demás, eso ya lo leíste. Lo que no sabes, es que cuando nosotros tomábamos café, en Tuguchis llovía recio, en CDMX, Gezel y compañía llegaban, imaginemos que con sus caritas pintadas o con alguna parafernalia Ghostera, al Palacio de los Deportes para la primera fecha de la banda sueca. Imaginemos toda la emoción, la noche, la Ciudad, un gran momento, una cita perfecta, y se corre el rumor: se cancela, ¿qué, cómo, qué, no ma'...? Y sí, una voz femenina, acompañada de unas letras en las pantallas avisaban que el concierto sería cancelado por razones de salud, el cantante comió unos de suaperro valió gorró su estómago, nada como una garnacha bien frita para tumbar todo beneficio del servicio de salud de calidad. Seguro le dieron sus pastillas genéricas y su descansito, y mientras el personal, tipo Gezel y compañía, se entristecían, no por e coli en los taquitos de canasta del sueco, sino por el esfuerzo que había implicado asistir ese noche a ver a la banda favorita. En fin, historias tristes muchas, hartas, todas. Pero qué les digo, ¿por algo pasan las cosas? En efecto, por comer en lugares insalubres, o por no lavarse las manos al cocinar. Por lo demás, tomemos la vida leve, tranqui, muy tranqui, que es una, el planeta tierra es uno, y es ínfimo ante la galaxia. Ja. Ya me estoy alucinando. Mejor le corto. Me desafano y le subo a la Shadows de Future Islands.

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